VIERNES SANTO... EN MI PUEBLO
( A los mejores cofrades de mi pueblo:
Pepe de la Barbarita y Antonio Moreno)
Que repiquen las campanas
de la torre del convento,
que va a salir a la calle
nuestro Jesús Nazareno,
que sale de penitencia
por las calles de este pueblo.
Son las seis de la mañana,
y la puerta del convento
se abre muy despacito,
sin chirriar y en silencio,
y aparece la figura
de Jesús el Nazareno,
con cara de humildad,
muy tranquilo y sereno.
Suena la marcha real
tocada con gran acierto,
y se escucha una saeta
que canta un saetero;
de tal manera la canta,
que parece un puñal
que se clava en el pecho.
Detrás, María, su madre,
llorosa y sin consuelo,
al ver a su hijo Jesús
cargado con el madero.
Y pasa la procesión
por las calles de mi pueblo,
y los nazarenos, en fila,
con los cirios encendidos,
a su paso, en silencio;
y hay mucha algarabía
de los niños pequeñuelos,
que no saben la tragedia
que Jesús está sufriendo.
Y las golondrinas trinan,
y se callan de momento,
para escuchar la saeta
que canta un saetero,
con el corazón en la mano,
y de pecho para dentro.
“Padre Jesús Nazareno,
ten piedad y compasión
de tus hijos de La Puebla,
que te tienen gran devoción.”
Saeta de pena y dolor,
a veces de sufrimiento,
de sangre, azote y tormento,
que sufriera el Señor
cuando el indigno Pilatos
la sentencia le firmó.
Y la banda que ameniza
al son de campanilleros,
y la Virgen, que la mecen
los valientes costaleros:
de tal manera la mecen
que es el delirio del pueblo.
Viernes Santo por la tarde,
ya vuelve Jesús al convento,
después de haber recorrido
las blancas calles del pueblo.
(Mi primera poesía)