A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LAS LÁGRIMAS
(En recuerdo de aquellos costaleros que, durante muchos años, llevaron sobre sus espaldas a la Santísima Virgen)
Con cariño y devoción
te brindo esta poesía
a ti, Madre de Jesús,
Reina de Andalucía.
Eres Reina de los Cielos,
eres Madre Celestial,
eres la Madre de Dios,
que caminas por La Puebla
con tus lágrimas y tu dolor.
Divina es tu belleza,
bendita es tu bondad;
cuando miramos tu cara
no encontramos otra igual.
Sangre de tu sangre,
de tu divina entraña,
que derramaba Jesús
cuando le clavan una lanza,
agonizando en la cruz.
Madre mía de las Lágrimas,
bendita entre las flores,
eres el Lucero del Alba,
Reina y Madre de los Cielos,
Estrella de la Mañana.
Las flores se marchitaban
a tu paso, Madre mía,
cuando miraban tu cara,
que las lágrimas te corrían.
Eres como un río que corre
y no deja de correr;
mientras mayor es tu pena,
más grande es tu querer.
Reina de los Cielos,
Bendita Estrella,
Madre de las Lágrimas:
eres la más bella.
Nadie consoló tu pena
ni te alivió tu dolor,
sólo el apóstol San Juan,
señalando con el dedo
el camino del Señor.
Madre mía de las Lágrimas,
eres Madre Celestial,
divina tú y morena,
que, con angustia y dolor,
airosa, vas con tu pena.
Tus lágrimas son el delirio
cuando te mecen, airosa,
entre azucenas y lirios:
eres tú la más hermosa.
Yo te vi un día, Madre,
toda llena de dolor:
que llorabas con angustia
por tu hijo, el Redentor.
¿Qué tienen, Madre, tus ojos?
Tu mirada nos cautiva,
y nos mira con amor;
tú, que nos diste la vida.
Tus lágrimas son el consuelo
de una pena que te ahoga,
y los ángeles, desde el Cielo,
con amor, a ti te adoran.
Ten piedad, Virgen bendita:
te suplico, con amor,
que protejas a La Puebla
y nos des tu bendición.
La Puebla tiene un convento,
una iglesia y una ermita,
y una Virgen de las Lágrimas
que todas las penas quita.
sepbre 1994