A LOS COSTALEROS DE LA STMA. VIRGEN DE LAS LÁGRIMAS

Por un sendero de espuma,

Madre, quisiera llevarte,

con cariño y con amor,

¿qué más puedo yo a ti darte?

El gentío te aplaudía,

las saetas se escuchaban,

y todos los costaleros

con cariño te llevaban.

Y yo, debajo del paso,

escuchando tu dolor,

mientras llorabas con pena

por tu hijo, el Redentor.

¡Al cielo con ella!,

nos grita el capataz,

y es tan grande su emoción

que hasta nos hace llorar.

Mi hombro ensangrentado

y todo lleno de llagas,

y tú, con pena y dolor,

a Jesús tú le llorabas.

Tus lágrimas, Madre mía,

son perlas de gran valor;

sobre mis hombros te llevo

meditando en tu dolor.

Sobre tu corazón herido,

las lágrimas te brotaban

de tus ojos, tan divinos,

y por tu cara resbalaban.

Por tu cara resbalaban

esas lágrimas tan divinas,

que se convierten en platino

cuando, con amor, se miran.

Madre, da pena verte

con tu angustia y tu dolor,

tú, que nos diste la vida

y nos diste un Salvador.

La vida yo la daría

por no verte llorar,

y te llevaría en mis hombros

por toda la eternidad.

Que tus lágrimas divinas

las pueda yo consolar

desde las trabajaderas,

con cariño y humildad.


Abril De 1995