A LOS SUFRIDOS COSTALEROS

DE NTRO. PADRE JESÚS DE NAZARENO

(Para todos los costaleros que, por su avanzada edad, tuvieron que dejar de serlo)

Soy costalero, Señor,

de La Puebla de Cazalla,

y te llevaré en mis hombros

por donde quiera que vaya.

Te llevaré en mis hombros

haciéndote blando el sendero;

cuando te miro a la cara,

¡tú eres el que más quiero!

Bajo tu paso me metí

todo lleno de emoción:

en mis espaldas llevaba

al Divino Redentor.

Entré en las trabajaderas,

y sentía yo los quejidos

de tu sufrido dolor

de tu cuerpo malherido.

Con mis hombros maltrechos,

y todo lleno de llagas,

pero contento por amor,

con dolor por ti lloraba.

Por un sendero de espuma

quiero llevarte, Padre mío,

que no tropiecen tus pies

con las piedras del camino.

Por las calles de mi pueblo

con amor yo te llevaba,

escuchando en silencio

las saetas que te cantaban.

La sangre a mi me brotaba

de mis hombros malheridos,

y, mirándote, pensaba

que no te habían comprendido.

Sobre mis hombros de acero,

con cariño y con amor,

caminábamos por las calles,

con tu angustia y tu dolor.

Dolor de verte, Padre mío,

con tu cara ensangrentada;

dame salud y fuerzas

para poderte llevar

por las calles de mi pueblo

con amor y humildad.

Semana Santa de 1995